Este personaje que con tanto sentimiento transmitió por televisión la noticia de la muerte de Franco y leyó el testamento político del Caudillo era Carlos Arias Navarro, Presidente del Gobierno desde finales de 1973 hasta mediados de 1976, el último del franquismo y el primero de la Transición a la democracia.
De su época franquista, llamó especialmente la atención su nombramiento como Presidente del Gobierno tras el asesinato de su predecesor Luis Carrero Blanco. Cuando se produjo el atentado contra Carrero, Arias Navarro era el Ministro de Gobernación y por lo tanto el máximo responsable de no haber evitado el brutal asesinato en pleno centro de Madrid. Sin embargo, su relación de amistad con Franco y su familia le valió el nombramiento como Presidente del Gobierno.
Poco después de su nombramiento, el 12 de febrero de 1974, Arias Navarro pronunció un discurso aperturista para aquella época cuyo mensaje se recordó como el del "Espíritu del 12 de febrero". En él, hablaba Arias Navarro de "resuelta apertura de los asuntos de Gobierno al debate institucional y a la confrontación de la opinión pública" y parecía que permitía el asociacionismo. Sin embargo, ese fue el único gesto aperturista que Arias Navarro protagonizó como Presidente del Gobierno y pronto mostró su verdadero inmovilista, amenazando por ejemplo con expulsar del país al obispo de Bilbao, Monseñor Antonio Añoveros por publicar una pastoral en la que se hacía un llamamiento para que se
reconociese la identidad cultural y lingüística del pueblo vasco; o permitiendo la ejecución a garrote vil del anarquista catalán, Salvador Puig Antich.
Llegó entonces la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975 y la consecuente coronación de Juan Carlos de Borbón como nuevo rey de España. El monarca decidió mantener en su primer Gobierno a Arias Navarro como presidente pero pronto se vio éste desbordado por los hechos.
Por un lado la sociedad en ebullición vivía constantes huelgas y movilizaciones de trabajadores, uno de los cuales concluyó en lo que se conoce como Sucesos de Vitoria, el 3 de marzo de 1976. Ese día, la excesiva violencia empleada por la policía para desalojar una iglesia donde cinco mil personas se concentraban en protestas laborales, acabó con la vida a tiros de cinco de esos trabajadores y con un centenar de heridos (Vídeo "Te acuerdas" de TVE titulado Sucesos de Vitoria el 3 de marzo de 1976).
Dos meses después, el 9 de mayo, se le achacó a las fuerzas de orden público un cierto apoyo ante el violento ataque que sufrieron en Montejurra unos carlistas democráticos a manos de individuos ultraderechistas, suceso que acabó con la muerte de dos personas.
Estos violentos sucesos y el absoluto inmovilismo de Carlos Arias Navarro provocaron finalmente la decisión del rey Juan Carlos de forzar su dimisión, y nombrar en su lugar a Adolfo Suárez.
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