domingo, 26 de febrero de 2012

CORONACIÓN DE ALFONSO XIII (1902)

Al recibir de manos de mi augusta y muy amada madre los poderes constitucionales, envío desde lo más profundo de mi corazón un saludo afectuoso al pueblo español.
La educación que he recibido me hace comprender que ahora pesará sobre mí deberes que acepto sin vacilar, como sin vacilar presto juramento a la Constitución y la ley. Cierto es que no he adquirido aún la necesaria experiencia para encargarme de tan gran misión como la que me ha sido confiada. Pero mi deseo de responder a las aspiraciones del país y mi intención de vivir en perpetuo contacto con mi pueblo son tan grandes que espero recibir de su inspiración lo que el tiempo tardará en enseñarme.
Pido, pues, a todos los españoles que me concedan su confianza. En cambio, yo les aseguro mi devoción completa a sus intereses y mi inquebrantable resolución de consagrar todos los instantes de mi vida a la felicidad del país. Aun que la Constitución fija los límites en los que se debe ejercer el poder real, no fija los deberes de la monarquía. Estos límites nunca serán contrarios al deseo que tengo de conocer las necesidades de todas las clases sociales y de aplicar todas mis facultades a la prosperidad y la defensa de su bienestar que me han sido confiados por la Providencia. Si Dios me ayuda, si el pueblo español mantiene el apoyo que dio a mi augusta madre durante la regencia, tengo la seguridad de poder demostrar que antes de ser el primero en la jerarquía lo seré en el sacrificio a la patria constante atención a todo lo que pueda contribuir a la paz, a la grandeza y a la felicidad de la nación española.

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